Las circunstancias reinantes eran un tanto lóbregas: nuevo
 colegio, nuevos compañeros, nuevos profesores.
Requería
una nueva personalidad para enfrentar todos esos cambios.
 Uno tiene que amoldarse a un nuevo trabajo, a una nueva
pareja, a un nuevo grupo de amigos, etc. Quienes no sabemos
 amoldarnos necesariamente hacemos un cambio total de
personalidad, creando una que reúna justo lo que los demás
esperan de nosotr
os. Así es más fácil “encajar”, eso que me
costo toda la pre-adolescencia.